En la época de la Colonia, el río Bueno era el límite natural entre el Reino de Chile –específicamente la ciudad de Valdivia- con el Futawillimapu o territorio del pueblo huilliche, el pueblo originario de Los Ríos.
Los españoles deseaban pasar el río Bueno y tenían dos buenas razones: querían recuperar la ciudad de Osorno que había caído en 1603 tras un largo asedio, y querían un camino expedito hasta el fuerte de Carelmapu –fundado por los sobrevivientes de Osorno- y que les permitía acceder hacia la isla de Chiloé para intercambiar suministros.
Esto hizo que la ribera del río sea escenario de dos violentas batallas entre españoles y huilliches, una en 1654 y la otra en 1759, ambas con distintos resultados y que cambiaron los destinos de Valdivia, Río Bueno y Osorno.
En 1650, los españoles tenían relaciones cordiales con los huilliches, no así con los cuncos, un pueblo igual o más belicoso que los mapuche y que se ubicaba en la franja costera desde Valdivia a Maullín e incluso Chiloé.
Como el objetivo hispano era seguir más al sur, ocurrió un hecho que dio el pretexto para iniciar una campaña militar en la zona, el naufragio del barco San José en Punta Galera, el asesinato de sus sobrevivientes y saqueo de sus pertenencias por los cuncos el 21 de marzo de 1651.
Los españoles organizaron expediciones punitivas contra este pueblo desde Valdivia y Carelmapu, pero los huilliches, que en otras oportunidades apoyaban con suministros y hasta tropas, no quisieron ayudar.
Según antecedentes del historiador José Barros Arana, el gobernador de Valdivia, Diego González Montero, avanzó hacia el sur con sus fuerzas, pero pronto descubrió que las tribus que esperaba que se le unieran como aliados se mostraban indiferentes e incluso lo engañaban con falsos rumores. Sus tropas se quedaron sin suministros y tuvieron que regresar a Valdivia.
Según Barros Arana, el gobernador de Chile, Antonio de Acuña y Cabrera, mandó a su maestre de campo Juan de Salazar para que penetrara el territorio huilliche e hiciera la guerra.
El historiador cree que uno de los objetivos de hacer la contienda y no respetar el Parlamento de Boroa de 1651 era la caza de esclavos, pues los rebeldes eran considerados apóstatas cristianos y no podían ser súbditos del rey de España, por lo tanto, podían ser esclavizados.
Cabe recordar que la corona española prohibía esclavizar a los indígenas, pues eran considerados súbditos del rey.
La primera batalla de Río Bueno ocurrió el 11 de enero de 1654 –hace 369 años- y los españoles presentaron 900 soldados españoles y 1.500 indios auxiliares, mientras que los huilliches y cuncos atacaron con 3.000 hombres.
Juan de Salazar ordenó fabricar un puente de pontones sobre el río Bueno para atravesarlo, pero las tropas indígenas estaban enteradas de los movimientos de los españoles y los esperaron en gran número al otro lado del río. A ello hay que añadir que el puente no era muy estable.
Cuando De Salazar ordenó una primera oleada, atravesando el puente de pontones, cerca de 200 hombres fueron aniquilados por los huilliches y en la segunda oleada, cuando apuraron el paso, el puente se rompió y se produjo el descalabro de las filas hispanas.
Juan de Salazar perdió cien soldados profesionales y doscientos auxiliares en una batalla donde la lucha real fue muy limitada.
Regresó a Valdivia y estuvo a punto de afrontar un juicio militar, pero lo salvó la influencia de su hermana, Juana de Salazar, que estaba casada con el gobernador de Chile Antonio Acuña Cabrera. Éste le permitió al militar hacer una segunda expedición en el verano de 1655 que no hizo más que provocar el levantamiento mapuche de 1655.
La guerra duró de 1655 a 1656 y fue una crisis total en el reino de Chile, pues se tuvo que abandonar el fuerte de Boroa, las tierras ubicadas entre el río Bio Bio y Maule fueron devastadas, se liberaron a muchos esclavos mapuche y cuncos y el gobernador Acuña Cabrera fue depuesto de su cargo.
Posteriormente el rey de España decretó el fin de la esclavitud indígena mediante la real cédula en 1658.
El río Bueno tendría un siglo más de paz hasta que se produjo una segunda batalla en sus riberas, esta vez el 23 de enero de 1759, pero con un resultado diferente al de la primera confrontación.
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